En diciembre de 2017, y con la ayuda del departamento de Cultura y Política Lingüística del
Gobierno Vasco, publiqué Terranova, un libro dedicado a mi padre y sus años navegando en
alta mar. A través de imágenes de icebergs, alguna carta y pocas fotografías personales,
pretendía realizar un retrato, no solo de mi padre, sino también de una generación de
hombres que tuvo que alejarse de casa para lograr el sustento de su familia.
Años después, y a raíz de una reflexión personal acerca de la familia, las responsabilidades, el
desarrollo personal, el feminismo o la maternidad, sentí necesario publicar Gran Sol, un
libro que da continuidad al relato familiar pero esta vez desde el punto de vista de la
madre/mujer/ama de casa.
Mi ama tenía 4 años cuando de la mano de su madre recorrió casi 750 km en un viejo tren de
carbón para llegar a Pasaia. Muchas familias gallegas eligieron ese destino para buscar un
futuro más próspero: puerto, pesca, mano de obra, nuevas oportunidades… Pero, ¿cómo fue
su vida? ¿A qué se pudo dedicar? ¿Decidió formar una familia?
Tener que renunciar a los estudios, trabajar duro, cuidar de hermanos y después de hijos,
sufrir la ausencia del compañero, ser dependiente económicamente… Pocas de estas historias
protagonizan libros, películas o proyectos artísticos, porque no son extraordinarias ni
sorprenden en su originalidad, pero ahora más que nunca tenemos que contarlas. Poner en
valor las pequeñas historias, cercanas, cotidianas, invisibles. Dar aprecio a cada pequeño
detalle, emoción, renuncia o decisión, porque la suma de esos fragmentos nos han
constituido como personas y como mujeres, nos han abierto puertas y han derribado muros,
dándonos valor para tirar los que aún quedan, incluidos los que apenas se perciben y son más
difíciles de destruir. Estos pequeños relatos son imprescindibles para mirarnos, para
entendernos, para aliarnos, para ponernos en valor.
Casi 4 años después de la publicación de Terranova, tuve la necesidad de poner el foco en la
otra protagonista de la historia (la protagonista muda, sin hazañas ni aventuras en alta mar, el
personaje silencioso): Carmen. Desde su domicilio en la calle Gran Sol de Trintxerpe -hogar,
refugio de madurez, contenedor de memorias, atalaya del presente-, nos habla de su infancia,
de su comunión, de sus padres, de su boda, de su familia, de su vida. De nuestra vida.