Paco Roca investiga en El invierno del dibujante la vida en Bruguera con la dictadura de Franco como telón de fondo y la salida de sus dibujantes estrella para fundar Tío Vivo, una nueva revista que les permitiera conseguir mayores recursos, mantener el control creativo de sus personajes, etc. —lograr una mayor libertad, en definitiva—, como metáfora del régimen franquista, y es que en la España de 1957 ser historietista era un oficio. No eran artistas, eran obreros de la viñeta. Cobraban a tanto por página, trabajaban a destajo, siguiendo unos patrones establecidos. Renunciaban a sus originales y a sus derechos de autor a cambio del dinero cobrado. Pero en ese 1957 ocurrió algo que quebró la monotonía y sembró la esperanza. Cinco extraordinarios historietistas, famosos por sus personajes, osaron rebelarse.
En cierta forma, confiesa el propio Paco Roca, esta es la obra que siempre quiso hacer « los tebeos de la editorial Bruguera fueron los que me hicieron empezar a amar los cómics y como muchos de mi generación, de las anteriores y de las posteriores, crecí con todos sus personajes, Capitán Trueno, Mortadelo, Zipi y Zape, Anacleto…Desde pequeño me preguntaba qué había detrás de ellos, como eran sus creadores, como trabajaban y cómo era aquella editorial». El invierno del dibujante ha servido de alguna manera para cumplir el sueño infantil del autor, para el que ha tenido que desarrollar un intenso trabajo de documentación: «Unir los trozos de la historia a partir de los recuerdos de dibujantes y demás personas relacionadas con la editorial para intentar ser lo más fiel posible a los hechos ha sido la parte más complicada de este álbum, pero también la más apasionante», subraya Roca.